miércoles, 31 de marzo de 2010

Engaños

Nos engañamos. Es una mala costumbre de los humanos que no podemos evitar. Somos demasiado frágiles para aceptar ciertas cosas, porque no siempre todo es como desearíamos que fuese y eso nos duele. Hay veces que no podemos elegir, las cosas son como son y punto y si no nos gusta, nos tenemos que aguantar. Pero es duro asumir que hay gente que tiene lo que a nosotros nos gustaría, pero que por cosas de la vida no nos ha tocado disfrutar. Entonces aunque nuestro corazón llore y grite de rabia e impotencia, nuestra mente se pone a funcionar para evitarnos ese dolor. Buscamos explicaciones para lo inexplicable e intentamos verle el lado positivo a lo que no tiene lados. Normalmente con eso nos conformamos, pensamos: Total, lo mío tampoco esta tan mal. No todo son ventajas si… Seguro que él piensa lo mismo de mí…
Pero eso solo son excusas y a veces el corazón acalla esos pobres consuelos y se hace oír entre la multitud de nuestros pensamientos. Siempre te dicen, por ejemplo; estar solo tiene sus ventajas… haces lo que quieres cuando quieres, eres libre, no tienes que ser fiel a nadie, tienes más tiempo para hacer lo que te apetezca, no dependes de nadie ni nadie de ti, incluso gastas menos saldo… y yo, yo me lo repito muchas veces a mí misma, de verdad que lo hago e intento creérmelo, pero no puedo. Hay gente que es más feliz sola, yo no lo pongo en duda, pero no es mi caso. Yo echo de menos las caricias y las miradas de reojo, los piropos y estar tumbados sin hablar, escuchando nuestras respiraciones acompasadas. Es todo tan bonito cuando estás enamorada, lo bueno, es mejor y lo malo, simplemente no importa, realmente nada importa demasiado. Solo importamos él y yo.
De momento espero poder seguir engañándome durante un poco más,no espero tener muchas dificultades, en realidad, el autoengaño está en nuestra naturaleza.




Cosas que siempre suenan a triste, cosas que suenan a olvidar.

domingo, 28 de marzo de 2010

Valentín

Nunca olvidaré la primera vez que vi a Valentín, iba dando saltos de nube en nube. Yo estaba en clase de Matemáticas y como siempre miraba por la ventana distraída, soñando con volar e imaginando el tacto que tienen realmente las nubes, ya sé que son de vapor de agua pero yo estoy convencida de que saben a algodón de azúcar. Estaba muy concentrada en una nube con forma de paraguas cuando de repente un enanito verde salió de la nube de al lado y se catapultó con sorprendente fuerza hasta mi recién bautizada nube-paraguas. Iba muy rápido, como si llegase tarde a alguna parte, a pesar de mi insistencia nunca me ha contado ha donde iba realmente el día que nos conocimos.
Era un día nublado y las nubes estaban bajas, Valentín botaba y saltaba entre estratos y cirros sin caerse, iba realmente concentrado, ya que según me ha comentado años después es dificilísimo mantener el equilibrio. Ese día Valentín iba con un curiosos esmoquin rosa hecho a medida, yo creo que no le dio tiempo de cambiarse, normalmente cuando nos vemos él va siempre con su viejo pijama de rayas de colores.
En cuanto salí del colegio cogí mi bicicleta y pedaleé con fuerza hasta llegar al antiguo cementerio del pueblo. Allí hay una enorme sequoia, desde dónde se ve toda la comarca. Trepé por su enraizado tronco hasta la última y más elevada rama y desde allí pude tocar el extremo de una minúscula nube con forma de escalera… Entonces como si lo hubiera hecho toda la vida adelante un pie hacia la nube y sentí una superficie esponjosa bajo mi zapatilla. Sonriente y tranquila fui ascendiendo por esa nube-escalera hasta que llegué a otra, plana y blanca como la nieve. Allí tumbado tranquilamente al Sol me esperaba Valentín con su traje y una gran sonrisa en la cara. Yo creo que a quien iba a ver con tanta prisa era a mi, aunque se que es demasiado orgulloso para admitirlo.




La huida no ha llevado a nadie a ningún sitio.

jueves, 25 de marzo de 2010

Tormentas nocturnas

Cada noche la misma rutina. Le encantaba quitarse los calcetines despacio. Los desenrollaba con el otro pie, del talón hasta la punta de los dedos, y los catapultaba haciéndolos rebotar en la puerta de su armario, todo sin usar las manos. Después movía los dedos recién liberados como una niña pequeña, le gustaba comprobar que seguían ahí, en forma. Luego, con el pijama ya puesto, se metía entre las suaves sábanas y recordaba su infancia, hacía veinte años que utilizaba las mismas sábanas de corazoncitos y arcoíris de colores.
Una vez dentro cerraba los ojos y metía una mano bajo la almohada con delicadeza. Entonces su imaginación comenzaba a volar y notaba como una brisa templaba su cuello y revolvía sus cabellos mientras un regusto salado se iba adueñando de su boca. La espuma de su colchón se endurecía hasta transformarse un una pequeña balsa fijada con gruesas cuerdas y el vaso de su mesilla de noche comenzaba a desbordarse. El agua goteaba en la alfombra y terminaba por inundar toda la habitación. Del mismo vaso salían también nubes y peces y en pocos segundos Clara se encontraba en medio de una tempestad marina. Ella no tenía miedo, su cuerpo, salpicado por el fuerte oleaje descansaba sobre los maderos que componían la balsa y que chirriaban con cada nueva envestida de la marea. Se levantaba y miraba al oscuro horizonte, estaba tranquila. Un roce conocido la hacía girarse, y se encontraba con la mirada ardiente de… de él, de su capitán. Se acercaban seguros, se besaban, se tumbaban y se enrollaban entre las sábanas. Entonces el agua, la tormenta, y la balsa desaparecían y quedaban sólos ellos, sus viejas sábanas de corazones y sus ganas de navegar.

-¿Sabes una cosa?
-Dime Clara - sonreía mientras le acariciaba el pelo desordenado.
-Sabes a mar, a aventura y a mar.




Navegar sin temor
en el mar es lo mejor,
no hay razón de ponerse a temblar.
Y si viene negra tempestad
reír y ramar y cantar.

miércoles, 24 de marzo de 2010

Llueve sobre mojado


hoy escribo dos veces, estoy malita en casa y lo necesito.

Estoy con la persiana medio bajada, noto un flash de luz y me giro, no es nada. Otro flash, esta vez ilumina toda mi habitación. Me levanto y subo la persiana. Millones de gotas diminutas chocan contra los cristales, como si quisieran entrar a resguardarse de la tormenta. Abro la ventana despacito, para que no entre agua, me dan pena las pobres gotas, pero son demasiadas. Un estruendo se apodera de mis oídos y ahoga la suave música que estaba escuchando. Miro hacia abajo y soy testigo de un curioso espectáculo, la calle no está desierta como de costumbre. Al menos veinte personitas corretean (no corren) corretean entre la acera y la carretera en diferentes direcciones. Ninguna lleva paraguas y todas van solas. Cada una en una dirección, cada una siguiendo su propio camino, el camino que la llevara hasta su casa calentita. Cada pocos segundos un enorme relámpago aclara el paisaje dándole al ambiente un ligero aire de discoteca maquinera. Corro a por mi cámara, saco la mano por la ventana y hago una foto. Me gusta la esquina que se ve desde mi ventana, solo se ve tráfico y ventanas pero tantas tardes de estudio han hecho que conozca hasta el último detalle… Cierro la ventana y todo queda en silencio, el CD ha terminado y la tormenta a quedado silenciada como una preciosa película de cine mudo. Me quedo un rato observándola, esperando que algún viandante sin paraguas pare de correr y disfrute de las pequeñas gotas que le empapan el traje de naturaleza. Tal vez no lo vea hoy, pero hay muchas tormentas y todas son diferentes... En realidad,no tengo prisa.
Es el acento, la sonrisa, el sonido de su guitarra, la raya morada… no sé, aunque tampoco espero descubrirlo, a veces es mejor mantener el misterio. Hay veces que la gente nos sorprende, no siempre para bien, pero descubrir que alguien es más especial todavía de lo que pensábamos es algo increíble. A veces no nos damos cuenta de que todos somos humanos, con nuestra fachada, que mostramos al gran público, y nuestro interior, que sólo mostramos a unos pocos afortunados. Pensamos que la gente es como nosotros nos la imaginamos tras un vistazo rápido, pero yo creo que es casi imposible llegar a conocer a alguien del todo… Además es arriesgado, porque a veces al descubrir sus secretos deja de ser especial, la magia desaparece si conocemos sus trucos. Lo bueno es que también hay gente que hace que cuanto más te sumerges en su personalidad más te sorprenda. Esos son los amigos, los de verdad, los que rompen el muro que mostramos al público y miran en nuestro interior, los que nos sorprenden cada día con un pequeño gesto inesperado que hace que cada momento sea diferente. Espero que nunca dejes de sorprenderme.

Al vent,
la cara al vent,
el cor al vent,
les mans al vent,
els ulls al vent,
al vent del món.

Versionada por V.Lennon



Si te pudiera mandar un mensaje en una botella desde St Raphäel te pondría: no voy borracha, voy simpática. :) t´estimo!

jueves, 18 de marzo de 2010

Estúpidas canciones de amor.

No se me quita el gusanillo de ti…

¿Por qué todas las canciones me recuerdan a ti? Imagino tus ojos mirándome fijamente, tus labios a milímetros de los míos, me sonríes y me besas. Echo de menos que me abracen, las caricias y las miradas de reojo. Odio esas miradas más largas de lo normal que sé que en realidad no son especiales ni sólo para mí. Cuando me rozas sin querer mi corazón se acelera y estoy segura de que un ligero rubor delator asciende hasta mis mejillas. Entonces bajo la mirada, no te miro, no puedo, me quedo sin palabras y sólo puedo reírme de tus bromas como una tonta. No sé porque pero últimamente mis cuadernos están llenos de corazones. Y yo solo dibujo corazones en ocasiones ESPECIALES.


Que se te apaguen los besos
Y que como a mi te duela.
Que te lleven los demonios
Fuera de mi cabeza.

miércoles, 17 de marzo de 2010

Inspiración

A veces da miedo, es aterrador, impone. Una página en blanco. La enorme responsabilidad de irrumpir en esa paz, en ese espacio blanco y perfecto. El vacío dará paso a una masa de palabras sin sentido que poco a poco podemos cargar de significados ocultos. Pero ¿qué palabras? Como elegir la combinación adecuada que exprese con exactitud lo que queremos. Tenemos una idea... pero, ¿cómo reflejarla? ¿cómo plasmarla en una hoja de papel? Es como coger un pincel y rasgar la tela, romper el equilibrio de un lienzo liso y tenso. ¿Cómo atreverse a estampar la primera mancha de color? ¿Cómo atreverse a dar unas simples pinceladas en un óleo? ¿Cómo comenzar un poema? ¿Cómo dar el primer paso en una maratón? ¿Cómo empezar a construir una casa de la nada? Yo creo que el misterio esta en empezar despacio, un ladrillo, otro, otro, otro, otro.....y así hasta la chimenea.
Y así poco a poco, paso a paso y ladrillo tras ladrillo, es como nace también un buen libro.




La felicidad sólo es como la musa inalcanzable que inspira la historia de mis días.
Anónimo

martes, 16 de marzo de 2010

Cierro los ojos y siento como los rayos de sol calientan mis parpados. Una cálida caricia recorre todo mi cuerpo. Entonces vuelvo a abrir los ojos y me deslumbra la luz de una día de verano. Tumbada en la hierba, sonrío, me giro y la veo a ellas, hace ya seis años que las conozco. Estoy relajada, no pienso en el pasado, ni el futuro, ¿quién sabe qué será de mi al año que viene? Pienso en el verano que me espera, playa, montaña, algún viaje especial… este ha sido un año duro, un gran año.

Flash forward, 11 de junio del 2010.



"Cuando pensamos que el día de mañana nunca llegará, ya se ha convertido en el ayer."
Por fin he terminado los examenes. Cada vez más cerca del final, del principio de todo.

miércoles, 10 de marzo de 2010

La palabra


Me queda la palabra

Si he perdido la vida, el tiempo, todo
lo que tiré, como un anillo, al agua,
si he perdido la voz en la maleza,
me queda la palabra.

Si he sufrido la sed, el hambre, todo
lo que era mío y resultó ser nada,
si he segado las sombras en silencio,
me queda la palabra.

Si abrí los labios para ver el rostro
puro y terrible de mi patria,
si abrí los labios hasta desgarrármelos,
me queda la palabra.

Blas de Otero

martes, 9 de marzo de 2010

teatro...

Se abre el telón; respirar, temblar, escuchar aplausos, risas, gritos ahogados, carcajadas, respiraciones contenidas...;volver a respirar, concentrarse, transformarse en una persona diferente, meterse en el cuerpo y la mente de otro, respirar, subirse a los zapatos, salir con paso decidido, quedar deslumbrado por los focos y finalmente... disfrutar. Ha empezado la función.

GRACIAS por estar alli.





-¿Qué es Dios?
-Simple,¿alguna vez has cerrado los ojos y has pedido algo que desearas mucho?
-Uhmm..supongo.
-Dios es el que te ignora.



La Isla

lunes, 8 de marzo de 2010

Piipiipii piipiipii; apagó el despertador de un brusco manotazo, las ocho de la mañana. Se levantó, despertó a los niños, les preparó el desayuno, los vistió, los llevó al colegio, volvió a casa y comenzó con sus tareas. Barrer y fregar el suelo, limpiar los váteres, abrillantar las puertas, quitar el polvo, fregar los restos del desayuno, hacer las camas, limpiar los cristales y las ventanas, poner la lavadora, tender, planchar y recoger los juguetes… Después bajó a hacer la compra. Una vez en su casa se sentó en el sofá y comenzó a leer el periódico tranquilamente. Apenas diez minutos más tarde oyó el sonido de la puerta y sorprendida miró su reloj, las dos menos cuarto.
-¡Mierda!
Ni siquiera había puesto a cocer las judías, cerró el periódico y corrió hacia la cocina.
-Buenos días cariño.
-Hola cielo, ¿qué tal el día?
-Mejor no preguntes, estoy muerto, ¿qué hay para comer?
-Judías verdes con patatas y…
-¿Judías? Sabes que las odio, me paso todo el día trabajando como un animal para que tu y los niños podáis vivir como unos reyes y tu, que te pasas el día vagueando ¿no eres de capaz ni de esperarme con un buen plato de pasta?
Lo miró ofendiday con los ojos anegados en lágrimas se dio la vuelta y se encerró en su habitación dando un portazo. Se había pasado; ese día se había pasado de la raya. Hacía ya 10 años que estaban casados. Al principio todo era maravilloso, el estudiaba Derecho y ella Magisterio, le encantaba. Después de tres años de novios se casaron, y un año después ella se quedó embarazada, al mismo tiempo él consiguió un magnifico puesto de trabajo en otra ciudad...
-Será maravilloso, ya lo verás, compraremos una casa nueva, tendremos dinero para vivir sin problemas, tú no tendrás que trabajar y podrás cuidar de los niños.
Ella, tonta de ella, se alegró, su madre, trabajaba en el campo y ella se había criado prácticamente con su abuela, que demasiado mayor y débil no había sido capaz de darle todas las atenciones que ella necesitaba, no quería eso para sus hijos.
Hacía ya varios meses que lo sabía, ya no podía engañarse más, ya no amaba a su marido, algo se había roto entre ellos. El problema era que no sabía qué hacer, cuando se casó perdió el contacto con la mayoría de sus amistades, además no llegó a hacer oposiciones, por lo que no podría obtener un puesto de profesora de primaria tal y como siempre había soñado. Si se separaban, todo serían problemas, no quería dejar a sus hijos sin un padre, pero él no podía encargarse de ellos… Ni siquiera sabía planchar una camisa o hacer una tortilla, eso nunca le había hecho falta, para eso estaba ella. Si ella se quedaba con los niños, ¿qué iba a hacer? No tenía trabajo, ni dinero…
Era todo tan complicado, volvió a arrepentirse de haber aceptado dejar de estudiar. Llevaba nueve años dedicándose a su casa y a ella; siempre iba bien vestida y maquillada, se compraba joyas y ropa… realmente nunca le había importado demasiado su aspecto físico, pero era la única manera de que tenía de sentirse un poco valorada. Las madres de otros niños del colegio llegaban tarde a buscar a sus hijos, o incluso iban sus padre a por ellos, jamás se habría ocurrido que él que fuera a buscarlos… no tenía tiempo para esas cosas. Esas otras mujeres trabajaban, tenían éxito, ganaban dinero, hacían lo que les gustaba, o aunque no siempre fuera así, al menos lo hacían ellas, no dependían de nadie. Suspiró, hacía años que nadie le decía, buen trabajo Carmen, has trabajado duro y lo has conseguido. Ahora le decían: bonitas cortinas Carmen, que buena te ha salido la ternera, que bien te queda ese pintalabios… volvió a arrepentirse pero decidió que volvería a estudiar, aun conservaba algunos amigos que podrían ayudarla a salir del bache. Se levantó, abrió la puerta y salió.
-Tenemos que hablar- le dijo a su marido, que ya estaba instalado en el sofá con una cerveza en la mano.

Este no es un caso extremo, no hay violencia física ni emocional, al menos no de forma intencionada y aun así esta mujer vive en un estado de dependencia y subordinación a su marido. No es un caso raro, situaciones como esta se dan en más de la mitad de los hogares de este país, si éste, no un país subdesarrollado en el culo del mundo. Este país tan avanzado para unas cosas y tan atrás para otras. Si nos lo proponemos podemos cambiarlo, podemos terminar la lucha que muchas mujeres comenzaron antes que nosotras y conseguir que algo cambie. Que a nuestras hijas y nietas no las miren mal por querer jugar a fútbol y odiar cocinar o que a nuestros hijos y nietos no les digan nada cuando se pongan a llorar con una película o a jugar con muñecas. Todas juntas podemos hacerlo, por las mujeres del pasado y por las del futuro, pero sobretodo por NOSOTRAS.

¡Feliz día de la mujer trabajadora!




Me gustan los hombres lo bastante fuertes
para mostrar su fragilidad.

Isabelle Alonso

domingo, 7 de marzo de 2010

infancia perdida...

Correr. En su cabeza no había ya nada más. Correr. No podía parar. Correr. No debía cansarse. Tenía que correr, huir. Escuchaba sus pisadas, sus botas hacían crujir las hojas caídas, cada vez mas cerca. Correr. No sabía porqué pero debía continuar. Correr. Era lo más importante, correr. No debía dejar que lo cogiesen.
No era la primera vez que lo perseguían, incluso había sido secuestrado una vez. Los llevaban al bosque, lejos de sus casas, para que no pudiesen volver y los mantenían allí para entrenarlos como a soldados adultos. Elegían a los niños porque aprendían más rápido y porque no podían revelarse; además no tenían miedo, en el campo de batalla atacaban sin pensarlo. “Miedo” pensó él. Sí y tristeza, amargura, rabia, ignorancia, dolor, indefensión…sólo tenia 10 años y no sabía sonreír. Él había conseguido escapar pero sus amigos no habían tenido la misma suerte, uno había recibido varios balazos en el pecho. Y el otro haba sido obligado, por los propios rebeldes, a matar a su hermano, tras haberse negado, lo habían asesinado sin remordimientos delante de los demás niños, para dar ejemplo. Él había conseguido escapar en medio de la batalla; se había alejado a rastras y malherido hasta yacer en el suelo desmayado. Varios días después fue encontrado por un grupo de ayuda e introducido en un programa de reinserción. Pero seguía teniendo miedo .Se sentía solo, desamparado, como descalzo en medio de un mundo de piedras afiladas. Tras su vuelta no había logrado dar con el paradero de su familia. Por la mañana trabajaba cosiendo y por las noches iba a dormir a un centro, en el que lo protegían, junto con un gran número de niños, de posibles secuestros o agresiones. Echaba de menos el abrazo de su madre antes de acostarse, la sonrisa inocente de su hermana pequeña y el espíritu optimista de su padre. que repetía todos los días que la guerra acabaría pronto, que la paz estaba al caer.
Esa noche, de camino al refugio había oído sonidos extraños, había salido tarde del taller y recorría sólo el sendero, cinco kilómetros de trayecto, merecía la pena, pensó, no quería volver a sufrir algo parecido. A medio camino había visto un camión que le seguía y había comenzado a correr. Correr, ¿qué más podía hacer? Correr, allí no había nadie para protegerle. Correr. No podía detenerse. Había pasado mucho tiempo, seguía corriendo. Escuchaba sus pisadas tras él.”Más rápido” pensó. Correr. No era la primera vez que lo perseguían, pero esta era distinta. Estaba cansado. Siempre había que correr. Siempre mirando hacia atrás. No confiar en nadie, no tener amigos... o sí tenerlos, pero ¿hasta cuando? Despedidas, siempre despedidas. Mirando siempre hacia atrás. Miedo, mucho miedo. Aún en los momentos más felices había miedo, a perderlo todo de golpe, a quedarse solo otra vez, a sufrir más ¿Quién merecía eso? Era un niño, quería jugar, no tener responsabilidades, ni preocupaciones…ser feliz. No era su momento, aún no le tocaba ser valiente. De repente, dejó de correr. No lo había pensado pero no hizo nada por seguir, se negaba a luchar más, todo había terminado. Sus piernas se detuvieron y se derrumbó en el suelo exhausto. Se había rendido. Nunca más volvería a correr.



Eh, no tu indiferencia no tiene perdón,
¿quien te robó el corazón?


Ska-p

sábado, 6 de marzo de 2010

Voy en autobús, es lunes; uno más. Soy una chica, 17 años, pelo normal, altura normal, carácter normal, ¿y qué puedo decir? existencia normal. Voy sentada en el último asiento, junto a un hombre corpulento y calvo que escucha música. “Rock”, pienso. Se oye el acompañamiento de batería y guitarra. ¿Por qué la gente nunca se para a escuchar el silencio? Solamente suben el volumen, evitándolo, como si el no tener ninguna distracción pudiera hacer que pensasen demasiado.
No estoy triste, tampoco especialmente contenta, observo los grises nubarrones que llenan el cielo a través de las ventanas empañadas. Son las nueve de la noche, vuelvo de francés en autobús, línea 53, desde el centro hasta Vía Hispanidad. Hay tráfico, ¿será que la gente ya barrunta la tormenta? Estamos en mayo,¿era ahora cuando tocaba nevar, o quizás llover, hacer calor...?Quién sabe, ya nadie puede dar nada por seguro en relación al clima.
Sigo mirando por la ventana; una mujer mira al cielo, coge su paraguas y lo abre. En ese momento, como ya hicieron los romanos hace más de dos mil años, temo que el cielo caiga sobre nuestras cabezas. Se oye un estruendo, un rayo, comienzan a caer pequeñas gotas de agua. En menos de un minuto grandes gotas pasan a formar parte de las inmensas lagunas que separan los cruces de los bordillos y que hacen intransitables algunos tramos de la acera. “Que pereza” pienso. El autobús está lleno, gente húmeda y sudorosa se aprieta en el interior del vehículo. Unos altos otros bajos, mujeres, hombres, niños y ancianos...Pero todos con una misma intención, huir de la lluvia. Voy cómoda ¿por qué tengo que bajar? Estoy sentada, seca y tranquila. Cada vez que se abre la puerta se oye un estruendo, el choque de millones de gotas contra las ennegrecidas losas de suelo, todas al mismo tiempo.
Pero total, ¿Qué puedo hacer? es tarde, mis padres estarán preocupados. Pienso en llegar hasta el final de la ruta y no bajar hasta que no pare de llover, es una locura. Me levanto, presiono el botón de parada y me intento abrir paso entre la gente. Llego a la puerta; una fina capa de cristal que me separa del caos, del frío, del agua, del estallido de la naturaleza. Las puertas se abren, respiro hondo, doy un paso al frente y bajo a la calle.
Un ruido atronador se apodera de mí. Sólo estamos la lluvia y yo. Estoy a pocos pasos de mi casa. Comienzo a correr. La lluvia me cala la ropa, pero no me importa, ya no puedo parar, miro hacia delante, miro al suelo… da igual, solo veo agua. De repente, no se la razón, comienzo a reír. Una carcajada trepa por mi garganta, y una sonrisa se escapa por mis sorprendidos labios. Me estoy riendo sola, me avergüenzo, miro hacia los lados para asegurarme de que nadie me ha visto, no hay nadie por la calle, ni un alma; me tranquilizo. Me relajo y dejo que mis sentimientos afloren, una extraña sensación de alegría se apodera de mí. No puedo parar de reír. Salto, piso charcos, no puedo parar. El semáforo se pone en rojo, pero no importa, corro más rápido y logro cruzar antes de que arranque el coche. El conductor me mira desde su interior, se compadece, lo noto, parece que quiera decir: “pobre chiquilla sola y sin un paraguas” “¿quién quiere un paraguas?” pienso ¡me siento más viva que nunca!
Me cruzo con una mujer, lleva una bolsa de plástico en la cabeza que le cubre el pelo en un intento fallido de mantener intacta su permanente. Sigo corriendo, ya no queda nada, pero cada vez mi alegría es mayor., es una emoción que me recorre desde el estómago hasta las puntas de los dedos, como una gran explosión de energía. Llego al portal de mi casa. Una pareja mira la lluvia desde dentro, y yo no puedo parar de reír. Es una extraña sensación, estupenda, fantástica, maravillosa. Quiero volver a salir a la lluvia, pero en cuanto entro al portal vuelvo a verlo todo lejano, ruidoso, molesto, mojado. Subo las escaleras, la energía se ha agotado de repente, pero sigo sonriendo.
Llego a casa, dejo las zapatillas en el recibidor. Y avanzo descalza hasta mi habitación, llevo todo el pelo mojado pero no me importa. Entonces pienso en toda la gente que no tiene agua ni para beber; la que para ver una pequeña llovizna tiene que esperara varios meses. Eso me lleva también a ver el caso contrario, esa gente que sufre grandes riadas anuales, ellos no tiene una casa cálida y seca en la que guarecerse del temporal. Todo está mojado lleno de suciedad, de miseria, de muerte.
Finalmente me asomo a la ventana. A través del cristal veo a una mujer, lleva unos altos tacones que la hacen parecer inalcanzable, esta hablando por el móvil y lleva un maletín y un paraguas. Pisa un charco, la oigo maldecir desde mi ventana...suspiro. El mundo no ha cambiado nada mientras yo corría bajo la lluvia, todo sigue como siempre, demasiado normal y quizás sea ese el problema.





I'm singing in the rain
Just singing in the rain
What a glorious feelin'
I'm happy again
I'm laughing at clouds
So dark up above
The sun's in my heart
And I'm ready for love
Let the stormy clouds chase
Everyone from the place
Come on with the rain
I've a smile on my face
I walk down the lane
With a happy refrain
Just singin',
Singin' in the rain

viernes, 5 de marzo de 2010

Especiales.


Nos gusta sentirnos especiales.
Es difícil de reconocer, pero también es inevitable. Nos gusta pensar que somos imprescindibles, insustituibles, que las cosas no funcionarían sin nosotros, que cuando no salimos un sábado todo el mundo se preguntará por qué no estamos, que cuando un día no vamos al instituto la gente nos llamará para interesarse por nuestra salud, que cuando estamos de viaje la gente nos echa de menos; que de alguna manera somos importantes, que las cosas cambian si nosotros no estamos.
Ese es el motivo de las envidias y los celos…, cuando vemos que aquel a quien quisimos y para quien lo fuimos todo, ya ha encontrado alguien a quien besar, que esa amiga en la que tanto confías, también se lo pasa bien con otras personas, que también le dan consejos y hacen bromas, pero que al fin y al cabo no son tú. Nos molesta pensar que el mundo seria exactamente igual si no hubiéramos pasado por aquí… que no habría más hambre o más guerras, o simplemente menos amor o alegría.
Pero podemos pensar que SI somos importantes que cada persona es única aunque sea por un pequeño detalle, aunque pertenezca al grupo de los que quieren ser diferentes… siempre hay detalles, alguna diferencia que hace que seamos valiosos. No nos hace imprescindibles...pero nos da la capacidad para influir sobre los demás, ayudarlos, perjudicarlos, quererlos, odiarlos ,enseñarles, aprender de ellos, divertirnos, aburrirnos, animarnos, compadecernos… si queremos y de verdad nos los proponemos podemos hacer que las cosas cambien, que nuestro paso por aquí no sea mediocre.. Que aunque sea por pequeñas cosas, seamos recordados como los que quisimos ser diferentes, los que nos atrevimos a salirnos de la norma… es arriesgado, pero merece la pena.

Me gusta.

Hay un apartado en el perfil que pregunta por mis gustos... en fin... son tantos.


Me gustan los juegos de palabras.
Me gusta hacerme crestas de espuma en el pelo cuando me ducho.
No me gusta que se me arruguen los dedos cuando me ducho.
Me gusta que haya cinco platos en la mesa, comemos TODOS juntos.
Me gusta hacer sonreír a mi yayo.
Me gusta abrazar a mi abuela.
Me gusta pasear con mi padre.
Me gusta compartir ataques de risa con mi madre.
Me gustan las peras, las mandarinas, las cerezas, los nísperos y los lichis.
No me gustan las manzanas ni los plátanos, son aburridos.
Me gustan los títulos grandes y de colores.
No me gusta la parte de deportes de los telediarios, es demasiado larga.
Me gusta esquiar despacio, mirar el paisaje y cantar.
Me gusta saber cuando pasan las cosas, por qué y si es bueno o malo que pase, no siempre es bueno o malo.
Me gusta mirar fotos con música de fondo y sonreír mientras dejo caer una lágrima.
Me gusta saberme las canciones en inglés.
Me gusta soñar y acordarme de lo que he soñado, suele ser más interesante que lo que pasa de verdad.
Me gusta la gente que sonríe por la calle.
Me gusta mojarme con la lluvia cuando hace calor.
Me gusta bailar delante del espejo.
Me gusta cruzar las piernas encima de la silla cuando me siento, como un indio.
Me gusta dibujar.
Me gustan los ojos, lo ven todo.
No me gusta que los coches chirríen al frenar.
Me gusta ducharme por la mañana.
No me gusta el sonido de mi despertador, no me gusta mi despertador.
Me gusta.
Me gusta hacer regalos.
No me gusta la gente que lo sabe todo, todo no existe.
Me gusta viajar en coche de noche y mirar el cielo.
Me gusta escuchar música en orden aleatorio.
Me gustan las frases largas.
Me gusta gritar en los conciertos.
No me gusta la gente hipócrita.
Me gusta el cine francés.
Me gusta escuchar trozos de conversaciones en el autobús, nunca sabes cómo terminan.
No me gustan los futbolistas, se creen importantes
No me gustan las modelos, se creen tontas y no comen huevos fritos.
Me gustan los huevos fritos, y la lechuga sola.
No me gustan los videos tontos de youtube, nunca me hacen gracias.
No me gustan las multinacionales ni las compañías de telefonía.
Me gustan las tiendas de juguetes y de antigüedades.
Me gusta conocer a la gente de mí alrededor.
Me gustan los hombres con barba, tienen cara de buena persona.
Me gustan las ancianas chinas, parecen más sabias.
Me gusta imaginar que piensa la gente cuando mira por su ventana.
No me gustan los diseñadores de ropa, se quieren demasiado a sí mismos.
Me gusta abrazar mi almohada y darle la vuelta para que este fría.
Me gusta la risa de los bebés, los adultos se ríen de manera reservada, contenida, como si sólo practicaran sonrisas falsas.
No me gustan los curas, van siempre de uniforme y no tienen vacaciones, todo el mundo necesita vacaciones.
Me gustan las casas abandonadas.
Me gusta comer en el suelo con un mantel de cuadros blancos y rojos.
Me gusta andar despacio y que la gente se m e quede mirando por la calle.
No me gusta esperar al autobús.
Me gusta la gente que dice cosas que otros no dicen.
Me gusta dormir, y despertarme y volverme a dormir y volverme a despertar y volverme a dormir…
No me gusta pensar en el espacio.
No me gusta ponerme cacao en los labios.
Me gusta entenderme con una mirada.
Me gustan las casualidades, las de verdad.
Me gusta bañarme en el mar de noche, aunque me da miedo.
Me gusta que las cosas salgan bien, a veces pasa.
Me gusta abrazar fuerte y mucho rato.
Me gustan las listas.


Es mi primera entrada, tal vez un poco larga, aunque ya sería feliz si lo leyera al menos una persona...

:)