martes, 31 de diciembre de 2013

Feliz 2005

¡Feliz 2005!
No puedo evitar imaginarme allí, hace casi diez años, atragantándome con las uvas y rodeada de mi familia. Después, el brindis y los deseos y propósitos para el nuevo año. Soñar con el día en el que saldría de fiesta después de las doce. Era primero de la ESO y no tenía ni idea de lo genial que puede llegar a ser la vida. Era todo duda, ¿qué sería de mi? ¿qué pasaría con mis amigos? ¿llegaría a ser feliz? pienso en todos aquellos que me han acompañado estos años. Me preguntaba por aquel entonces ¿estudiaremos lo que nos gusta? ¿encontraremos el amor? ¿viajaremos por todo el mundo? ¿experimentaremos todo aquello que merece la pena? ¿seremos capaces de exprimir la juventud y la vida? y sobre todo, ¿seguiremos siendo amigos? ¿nos querremos siempre? ¿cambiaremos y maduraremos juntos?
Tantas dudas que se han ido respondiendo para seguir dibujando nuevos interrogantes con mayúsculas ¿tendremos un trabajo? ¿nos dejarán ser felices? ¿viviremos siempre en estás calles que nos vieron crecer? ¿tendremos salud? ¿tendremos éxito? y lo más importante, ¿quién será capaz de liarla más? ¿Laura probará cosméticos y medicamentos? ¿tendrá Germán diez hijos? ¿se depilará Diego? ¿será Laura una mujer florero? ¿Clara heavy? ¿podrá Alba llegar puntual? ¿conseguiré conducir un taxi? ¿se cambiará de sexo Viscor? ¿será Teresa vigoréxica? ¿serán Toño y Sara homosexuales? ¿Latorré cocinará heroína? ¿Alba tocará la batería en un grupo de Rock? ¿llevará Manuela todavía la pinza? ¿y los demás?... ¿a dónde nos llevarán lo próximos diez años? ¿ lo celebraremos en Litago o Latorre no nos dejará volver?
Con cada nuevo año se responden preguntas y surgen millones nuevas, infinitas opciones y caminos que por suerte siempre se entrecruzan en forma de una excursión al Pirineo, un viaje, una cena, una visita o, simplemente, un botellín en la City.
Lo único que no me pregunto es si en diez años seguiremos siendo amigos. Lo sé.
Un placer compartir con vosotros el paso al 2005, ahora me preparo para el paso al 2014.






domingo, 8 de diciembre de 2013

Escribirá que lloró

Pasos lentos sobre la acera congelada. Huele a frío y a invierno. Una pareja baila abrazada en su salón desde lo alto de una película. En las novelas de culto hay demasiados personajes y nunca sabes quién es el bueno. Mientras, bajo las mantas, parece no pasar el tiempo y se ha secado la tinta.

Siempre decía que escribía por necesidad ¿sabes? Escribía para traducir aquellas lágrimas a tinta y disolver sus sonrisas con acuarelas de colores. Escribía para que todo tuviera sentido. Ahora, ahora ha dejado de escribir. Se le han roto las alas y todos sus bolis están gastados. Y así, nada tiene sentido.

Muchos caminos y muy pocas señales cuando todo cambia demasiado rápido. Siempre escuchó que del amor al odio hay un paso y por eso no se atreve a andar, a dar ese paso que podría llevarla a cualquier parte.Lo quería todo de la vida y pidió mucho. Pidió tanto que ahora solamente pide perdón y permiso. Después de todo, sigue siendo una niña a la que sólo le han crecido los miedos, ni siquiera un fueguito o una suave volada de viento.

Sólo cree que, algún día, cuando ni siquiera ella lo espere, las teclas se moverán solas y la tinta correrá bajo su pluma veloz e imparable. Así, ella podrá entender lo que está pasando ahora y si tiene que llorar, escribirá que lloró.

martes, 22 de octubre de 2013

Los murmullos

  Cae la noche y el murmullo se da la vuelta tranquilamente; todavía quiere disfrutar, un poco más, de ese sueño profundo que lo atrapa. Otro murmullo, más pequeño y juguetón, se le acerca y le hace cosquillas en las patas con la húmeda punta de su hocico; no sabe que el dormilón todavía se recupera de una larga noche de confesiones y alcohol. El resto de murmullos también parece ir despertando poco a poco con la llegada de la tranquilidad y la oscuridad nocturnas.

  Los murmullos son así, noctámbulos, discretos y confiados. Aparecen, sobre todo, en las noches de luna llena, cuando piensan ingenuamente que sólo ellos están despiertos. Los murmullos son diminutos y regordetes, cubiertos de pelo suave y sedoso, se encuentran  protegidos, además, por un duro caparazón oscuro que los hace capaces de pasar desapercibidos para todo aquel que desconozca su existencia.

  Estos pequeños seres acostumbran a huir de las zonas más abarrotadas y prefieren acurrucarse cómodamente en lugares cálidos y mullidos durante las horas más ruidosas del día. Sólo por la noche los murmullos se arman de valor para salir a cazar secretos, susurros y besos lanzados al aire.  Son grandes expertos en camuflaje, sin embargo, algunas noches algunos paseantes de la zona admiten haber escuchado sonidos extraños, silbidos y voces. Ellos piensan que son espíritus, los más escépticos, que son jóvenes que encuentran entre el follaje el escondite perfecto y sólo los más soñadores pueden ver que aquel lejano sonido es, tal vez, un joven murmullo perdido. 

(Inspirado en locas ideas de A y A)

"Voy a ser terriblemente cruel para que no pierda la tensión, tal vez la historia se me fue de las manos. 
Voy a ser terriblemente fiel cuando se te pase la emoción, ya se, te puede parecer demasiado."

domingo, 21 de julio de 2013

Lloras

Te raja. Te duele. Te rompe. Te rompes. Y nadie sabe. Nadie entiende. Y arrancas las fotos. Las chinchetas se clavan en todas partes. Quemas los sueños. Y aún así no lo veías. Pasó el tiempo y no lo veías. Y de golpe duele más. Y dejarás de mentir. Confesarás que fue mal. Que todo fue mal. Que tanta tinta para tan poca pluma, que tanto dolor para un triste y simple adiós. Que tú lo inventaste a él y nadie te supo avisar. Que nadie fue valiente y que todos sonreíamos. Que a la que más le importa nadie le pregunta. Y lloran las nubes. Lloran porque aquí siempre llueve.

Y ellos no entenderán porque nunca supieron leer. Porque siempre hubo cosas fuera de su alcance. Fuera de sí. Fuera de todo y tal vez, demasiado adentro. Y el temblor es demasiado fuerte y ya todo da igual. Porque tonto el último y nadie quiere ser el primero.  Porque hay que saber acariciar y conocer y eso, a veces, cuesta. Y a veces el celuloide arde y sólo queda el abrazo y la lágrima.


¿La culpa? Tanta soledad y tantas noches de invierno. Tanto frío y tanta falda. Sólo dolor y ganas de romper. Romper con todo y no romper a nadie. Un laberinto sin gravedad demasiado enredado para encontrar la salida. Y aún así, ellos sonreirán atrapados.
Y tú.
Lloras.

martes, 4 de junio de 2013

De puntos y mayúsculas

¿Y si esto terminara con mayúsculas y lo que tenga que venir que empieza por punto? La gramática de estos paisajes parece mareada y loca.  En esta eterna  víspera de sol y despedida, las palabras familia y echar de menos adquieren nuevos significados. Si alguien pregunta, hemos ganado. Sólo fuimos unos proyectos perdidos que se encontraron en la cocina roja. Tan diferentes que ni nos dimos cuenta del paso del invierno. No resguardamos bajo la lluvia y volamos en el prematuro amanecer de este Norte. Ahora que se cierra este paréntesis nos preguntamos si habrá más referencias a lo largo del libro. Buscamos desesperados un lugar en el que congelar nuestros recuerdos y ruedas nuevas para seguir quemando carreteras juntos. Las estaciones de tren ya lloran preguntándose qué fue de un año de miedos, amor, amistad y magia. Y hoy, aquí, ha salido el Sol.


lunes, 29 de abril de 2013

Primer amor


No hubo peor desengaño para aquel esbozo que el de  percatarse de que la bandera de cinismo que enarbolaba con descaro y orgulloso regocijo parecía, de repente, no haber estado jamás allí. Tampoco había ya ni rastro del nihilismo con el que había tejido afanosamente aquel estandarte. Solamente pudo localizar unas colillas aplastadas y mugrientas, un triste recuerdo de aquella chispeante ironía con la que solía disfrazarse en los bailes de postín.
En un instante el Callejón del Gato le había sacudido la realidad encima: sin espada y ni rodela tenía aquel pequeño ser que enfrentar la caída, el vacío y el vértigo. Se preguntó cómo podría ser pájaro y jaula, rama y raíz o alas y abrazo al mismo tiempo.
Sin darse cuenta, se había encontrado desnuda y vulnerable en medio de aquel vendaval. Seducida y encandilada por aquel paisaje escarpado se sentía groseramente atraída por una vorágine de aguijones, espinas y puntas que amenazaban, a su vez, con despedazar y aniquilar cada uno de sus designios.
Aún aturdida y perpleja resolvió coger una pluma y suministrar, ella misma, el primer pinchazo. Sangre y tinta se fundieron en un humor oscuro y denso que resbaló por su piel hasta trazar en el suelo, con diestra caligrafía, su primer amor.



Alter Botanischer Garten, Hamburg 2013

domingo, 10 de marzo de 2013

Distopía de invierno

  Noche cerrada y piernas abiertas para los danzantes. Todo está dispuesto y Caravaggio ilumina la escena. La incandescencia errática de los protagonistas los conduce por el barroco escenario. Los dos, adolecidos de malformaciones románticas y sintaxis infecciosa, no se hallarán en el guión hasta el final del primer acto.  Aquella modélica utopía, imbuida por un derroche de juventud, distorsiona  los méritos al transformarse en una cruda pesadilla invernal.
  Nadie parece percatarse. Sólo la Luna, impávida, se despide desde su cuna, de un tren que hoy arrastra un vagón de menos. Estanterías llenas de vida llenan las vidas y letras de los paseantes del puerto mientras allí, en el teatro, nadie parece entender lo que es el amor. Frío y rabia empapan las sábanas de insatisfacción y salpican a la audiencia. Patrick   Bateman folla frente al espejo y se sonríe.
   Eso sí, cuando se descruzen los caminos no habrá abrazos para nadie. El fundamentalismo de los guapos amenaza en antena y ataca en cada esquina. Lujo y lujuria son palabras sospechosamente parecidas. Y en mi utopía cada un llevaba un libro bajo la sonrisa. 


Aquella tarde el Sol quemaba hasta las fotos.

martes, 12 de febrero de 2013

Despedida


             Parece que ya está todo listo. Un vistazo a las figuritas de sus pájaros adornando la lámpara y a las vacas añadidas al paisaje para comprobar que todo está en su sitio. A un lado el mar y a otro un prado verde en medio de la montaña.
Desde sus respectivos marcos, su esposa, sus hijas, sus nietos y un par de traviesos bisnietos le sonríen con cariño. Camina despacio por la estancia, recordando cuanto sufrió porque sus pequeños no se hicieran daño con aquellas afiladas esquinas de la mesita mientras correteaban por toda la casa. Mira el reloj de la pared y no puede evitar sonreír ante el recuerdo de aquél de rotulador que lo sustituyó mientras lo arreglaba. Acaricia las blancas cortinas y las desplaza suavemente, cómo ha cambiado la calle desde que llegaron a aquella casa, cómo ha cambiado todo.
Con paso tranquilo se acerca al mueble de la televisión y coge varios folios de colores y recortes de revistas que guarda cuidadosamente en el bolsillo del abrigo. Se asoma al recibidor y antes de salir por la puerta, una última mirada en el espejo. Se sube la cremallera del abrigo y se ajusta el sombrero. Un elegante ejemplar de ala corta marrón que le regalaron sus hijas para su 95 cumpleaños. Entonces, deja las llaves encima de la mesita y se da la vuelta hacia el pasillo.
Hace ya bastante que no sale a esa terraza. Dos fieros cuervos de plástico negro, que él mismo hizo con bolsas de basura, lo miran con curiosidad. Con sus expertas manos recupera de su bolsillo los papeles de colores y hace, por última vez, aquello que siempre le gustó. Un corte, un doble, ahora, en diagonal, dobla, dobla, dobla y ahí lo tiene: una preciosa pajarita de papel. Pero esta es diferente, esta es más grande, esta tiene más colores. Esta puede volar. Se aproxima con sus cansadas piernas a ese milagro de la papiroflexia, con cuidado para no tropezar por ese suelo ligeramente inclinado. Con un gracioso y ágil gesto se monta sobre su lomo como un joven jinete. Una sonrisa enorme llena su cara, se gira por última vez y susurra un adiós. La pajarita despliega sus enormes alas y ambos se elevan por el cielo Zaragozano sobrevolando tantos lugares conocidos y a tanta gente querida. Ahora estará con ella. Ahora todo está bien.

lunes, 11 de febrero de 2013


Las lágrimas se resbalaban por sus mejillas como un río salvaje. Cuándo se dio cuenta, no puedo detener aquel llanto desconsolado. Se había roto, se había fracturado como un caro jarrón chino. Se había traicionado a sí misma y le desbordaba tanta decepción. Había traicionado a otros antes, pero nunca a sí misma, no tanto.
Todos sus músicos de cabecera le recomendaron vivir el amor y ella siempre estuvo dispuesta abrazarse a las miradas de los desconocidos que se cruzaban en su vida. Se enamoró de mentes y se enamoró de almohadas, pero siempre, acariciando ese hormigueo extraño que la recorría.
Todo comenzó con aquella promesa. Con aquella convicción y aquel miedo enfermizo a que, algún día, alguien le cortara las alas. Se prometió amar y echar raíces, bailar la luna y compartir camino, pero nunca, perder la llave de su propia jaula.
Pero el dolor era más grande que cualquier otra cosa que ella conociera y por no volar sola, dejó de volar. Y por miedo a lastimarse se encerró en su jaula, se forró el corazón con sonrisas falsas y faldas cortas y llenó sus noches de nada.
Fue esa misma nada la que la rompió por dentro. Una nada tan grande que no podía mitigar el dolor, ese dolor que está ahí siempre, el dolor importante, el de las cosas serias. Y cuando se sintió rota y dolida no puedo evitar llorarse. Así lloró, lloró desde los pies hasta las puntas de las orejas. Todo su cuerpo lloró la nada y la excusa que la consumía.
Esa noche se durmió entre lágrimas. A la mañana siguiente, aún empapada, se despertó sola, sola y tranquila. Un sonido gutural le subió por la garganta y una risa infantil se apropio de ese despertar de alas, de brisa y de aire. Por la ventana entraba el Sol. Había perdido la llave, ya no había jaula.

martes, 22 de enero de 2013

ESCENA EN LA ESTACIÓN

Sabela, Junio 2012
Mis manos. Tus manos.
Plano medio. Nosotros.
Barrido y tren.
Pólvora, carbón y humo.
Nuestros sueños atropellados por una locomotora.

Ruido metálico y hojas en el aire.
Aquella maleta tuya llena de parches y kilómetros.
Lágrimas y plano general.
Una marea de gente anodina te absorbe.
Corta. Hemos cortado.

Prevenidos. Tren
Mis manos. Tus ojos.
Detalle del billete con destino incierto.
"Busca el punto de fuga al final del túnel."
Ahí.

Voz en of de magafonía.
Wildtrack de la estación. Último aviso.
Plano abarrotado y amor fuera de campo.
Abrazo y oscuro.
Fin.


                                                                                                                           A veces los sueños de le resbalaban de
                                                                                                                        la cabeza y volaban por su falda...