jueves, 11 de agosto de 2016

Soñábamos con escribir películas

Soñábamos con escribir películas y con cargar mochilas llenas de historias. Volamos del nido pronto y seguimos volando y volando. Llegamos a vislumbrar nuestro destino de lejos, pero nos faltaba viento y se nos cansaron las alas. Ahora, sueño despierta porque madrugo para “hacer Currículum” y los viajes son en puente porque no tenemos derecho a vacaciones.

Estábamos tan seguros de que no tendríamos tiempo suficiente… y ahora me convenzo con cada madrugón frente al café de que si no es hoy, será mañana.  

-– Si no es ahora, ¿cuándo? – decíamos


La palabra “ahora” ha dejado de sonar a aventura y vértigo; suena a responsabilidad y a “lo quiero para ayer”.  Ahora, lo que suena a vértigo es la palabra “futuro”. También suena a sentimiento difuso entre miedo y oportunidad. Nunca pensé que la incertidumbre fuese a clavarse así de profundo. 

La idea se ha quedado congelada esperando a que alguna chispa le dé de nuevo a reproducir la cinta, esperando a despertar para salir de la jaula. De esa jaula sin puertas en la que nos hemos (han) convencido que queremos estar. Pero yo recuerdo que no necesitaba el reloj y el café, sólo, tras una noche de insomnio. Recuerdo escribir por placer. Yo recuerdo que quería volar y perderme, pero ahora que me he perdido, no recuerdo cómo volar.

Fuente: Noah Silliman, Unsplash

jueves, 21 de abril de 2016

Té de canela

Rugosa y áspera,
la canela te abraza los sentidos
muy por encima de su imagen de rama cualquiera.

Ella es diferente
y se sabe diferente.

Como un vestigio desdibujado de infancia y natillas de la abuela,
te acaricia el paladar inocente,
para recordarte,
con el fin de su viaje y con el avivar de otros fuegos,
que ya no eres una niña.

Era de noche cuando nos besamos por primera vez.
La luna es la que pone las cosas en marcha,
la que apaga las luces y enciende la chispa.
Motor.
Estamos grabando.
Y así fue cómo nos encendimos.

Fuera llovía
y nosotros, por solidaridad,
nos llovimos por dentro.

Las calles,
repletas de sonámbulos perdidos,
nos acogieron en sus portales
y nosotros,
temblando, nos dejamos esconder.

Nos perdíamos,
nos encontrábamos.
y entre puntos y comas nos volvimos transparentes,
etéreos e ilusión-ados:
sólo una idea al otro lado de la pantalla.

Y volvió la canela, volvió la chispa y salió el Sol
merendamos besos y música
sobre un cubo del revés con vistas a la ciudad,
una ciudad que nadie miraba.

‘Canelita en rama’ dices,
con esa media sonrisa incandescente y dulce,
que como la especia,
me deja
con ganas
de más

.